Vital presencia y ausencia de Jack Hirschman

Por Fernando Rendón

”Ve hacia tu corazón roto.
Si piensas que no tienes uno, consíguelo.
Para conseguir uno, sé sincero”.

(J.H.)

Su vida fue de nuevo el paradigma de un poeta de nuestro tiempo y de todos los tiempos. Jack caminó las calles de San Francisco distribuyendo poemas y atravesó finalmente las calles del planeta con un ritmo demoledor, pisando fuerte. En algún momento compañero de ruta y contradictor en política de la generación beatnik, cuyo espíritu contracultural se diseminó como pólvora en Estados Unidos y Occidente, Jack no se detuvo en la búsqueda del dharma, con la ambigüedad y el espíritu de contradicción que decidía la búsqueda de Kerouac, que mugía por la derecha; ni al budismo tibetano cuyo espíritu preside la Escuela Jack Kerouac, fundada por Allen Ginberg y Anne Waldman, en Boulder; ni se acercó al budismo zen que practicara Gary Snyder.

No devoraron a Jack Hirschman el alcohol de las tabernas de San Francisco, donde él y su generación se debatieron en interminables diálogos y lecturas de poemas para dislocar la realidad, ni la objetividad del periodismo en su paso fugaz por The Associated Press, ni la prosa de Hemingway, ni el ego que podía haber acrecentado el impacto de su generación poética en el arte y en la cultura de su país de postguerra, hastiado de la abundancia y el desvarío del capitalismo que llevaba tantas vidas a la destrucción.

Jack Hirschman escuchó de viva voz la poesía de Dylan Thomas, puso su sello en la escritura rebelde de Jim Morrison, vocalista de The Doors, su alumno en la Universidad de California, de la que Jack fue separado por su firme oposición en las aulas al reclutamiento de estudiantes y su abierta incitación a la evasión al servicio militar, durante la agresiva e injusta invasión norteamericana a Vietnam. Jack, como Ginberg, marchó tumultuosamente en las calles en contravía de aquella guerra. Amaba la paz como a su propia vida. Muchos años después. dirigiría el icónico Festival Internacional de Poesía de San Francisco y la revista Left Curve y crearía la Brigada de Poetas Revolucionarios.

El rechazo al sistema capitalista, que parecía nutrir el espíritu beat, no parecía albergar suficiente consistencia para Jack, que combatió las posiciones endebles de Kerouac y de Ginberg. Y así, entre todos los miembros de su generación, Jack fue el poeta que tensó más su arco políticamente, de manera más abierta y volcánica, acercándose a la tonalidad y especificidad revolucionaria de la poesía de Amiri Baraka. Era claro su apoyo a las insurgentes Panteras Negras. Entre sus amigos, resaltaba también su vecindad ideológica con la rebeldía crítica de Lawrence Ferlinghetti, el histórico editor de Jack y de la generación beat en City Lights Books, con quien le unió una larga amistad.

Y finalmente, a la manera de Vladimir Mayakovski, Jack fue directamente y sin tapujos un gran poeta comunista. Llamó a los individuos y a los pueblos a alimentar la rebelión espiritual y la revolución política, porque sabía que no había otra vía para salvaguardar la vida humana y la vida sobre la Tierra.

En julio de 2011 en Medellín, Jack Hirschman y yo, acompañados por Bas Kwakman, director de Poetry International de Rotterdam, Peter Rorvik, director de Poetry África, Ataol Behramoglu y Rati Saxena, promovimos la fundación de World Poetry Movement (WPM) durante una delirante semana de discusiones, junto a una treintena de directores de festivales poéticos del mundo.

“…Clavados en los hombros de los recolectores
de uvas que han sido doblegados,
en llamas de poemas de resistencia
y cambio real, un cambio

revolucionario que ascienda desde las
las bases, donde ha echado raíces el árbol
de estrellas cuyas ramas se abren en un cielo
que por fin nos pertenecerá a todos”.

(Jabbed down into shoulders of/ bending, grape-picking workers, / into flaming poems of resistance/ and real change, a revolutionary// change that’s all the way up from/the grassroots to the branching tree/ of stars in a sky that finally will/ belong to us all).

Esto nos condujo a una década de acciones poéticas globales por un planeta sin guerras, un mundo sin muros, la solidaridad con los inmigrantes. En esencia nos gobernaba la determinación de promover una gradual revolución poética mundial, una escalada de vastas acciones poéticas y espirituales, alentando la creación y confluencia de festivales y proyectos en todos lados. Los debates nos llevaron a Qinghai, nos trajeron de regreso a Medellín dos veces más, y luego continuaron en Zigong (donde cantamos en coro Oh bella ciao, en un restaurante) y en Chengdu, donde un grupo de poetas, entre ellos Jack. recorrimos el barrio antiguo. La generosidad de Jidi Majia y su comprensión de la clara perspectiva de WPM también hizo posible todo esto.

Jack fue el fogonero y también el conductor polémico de la locomotora de World Poetry Movement (WPM), durante sus últimos meses de vida, con increíble lucidez, obstinación y humor. Era un hombre encantador y generoso. Sus carcajadas despejaban cualquier duda. Dejó detrás una vasta obra poética, ensayística y muchísimas traducciones.

Tal vez dejó una situación sin resolver, muriendo cinco minutos antes del chat del Comité Coordinador WPM el pasado 22 de agosto. Debíamos abordar el tema de la construcción orgánica de las coordinaciones nacionales del Movimiento. Por lo visto era ya un problema nuestro. Él se levantó liberado sobre el mundo. En su homenaje, en el mes siguiente a su muerte, hemos concretado noventa coordinaciones naciones, en igual número de países para celebrar su Memoria.

No ha dejado nunca de sonreír con dulzura y humanidad, levantando en un canto profundo y grave su poderosa voz para el golpeado proletariado mundial, para los campesinos sembradores y recolectores, para la población negra india y gitana, para cada uno de los despojados de la Tierra a quienes reservó el nombre de planetariado, y para los pueblos del mundo encarnados en el acento vibrante de su cuerpo y de su vigoroso espíritu.