Por Fernando Rendón
«Querido poeta hermano Freddy Ñáñez, integrante del CC de WPM y vicepresidente sectorial de la República Bolivariana de Venezuela, queridos delegados y delegadas de Asia, África, Oceanía, Europa y América:
Es un privilegio y una gran alegría darles nuestra cálida bienvenida a este histórico primer Congreso del Movimiento Poético Mundial. Nos reunimos bajo el signo de la poesía para reflexionar sobre cómo debemos emplear el poder de las palabras para contribuir a transformar la realidad y la existencia.
Nuestro Congreso es una invitación a dialogar sobre los desafíos que enfrentamos como poetas, en un mundo sitiado por extremas dificultades y en constante cambio. Agradezco su presencia y su dedicación a esta potente causa.
A pesar de los procesos de cruel colonialismo y esclavitud que han padecido los pueblos del Tercer Mundo a manos de invasores europeos, y a su brutal dependencia del neocolonialismo transnacional, sobreviven los cantos de los pueblos primitivos y de antiguas culturas. Su memoria ha inspirado los libros sagrados, sustrato mítico de la humanidad de nuestros días.
Los poetas de sobrevivientes pueblos primitivos de África, Asia, América y Oceanía aún cohesionan a su gente, escudriñan y sueñan el mundo desde la refinada percepción de sus sentidos, emplean plantas espirituales para sanar y fortalecer el espíritu de su clan, tutelan la purificación del corazón, llaman al imposible y sobre él se establecen.
Sus cantos reflejan la vigorosa exuberancia de la naturaleza en sus orígenes. La poesía fue la mágica conexión con la Vía Láctea y una exhortación al cuidado de la unidad y la armonía de los vivientes. En la noche constelada, vibra todavía su loco baile de filigrana sobre la pradera transfigurada.
El alejamiento de los seres humanos del camino de la poesía constituyó el umbral de la prolongada decadencia humana. Un poema prueba que el fantasma del terror recorría el mundo desde la raíz de las civilizaciones. “¡Oh Sumeria, tierra del miedo, donde el hombre tiembla!”. Der manera paralela, contra la muerte, el héroe Gilgamesh buscaba y hallaba la planta de la inmortalidad. La poesía es la manifestación de nuestra historia espiritual y la prueba magna de nuestra existencia.
Occidente olvidó sus raíces, las antiguas energías originarias y las constelaciones de las que formaba parte, como escribió William Yeats. La irrupción de la penuria devino en el cúmulo de incontables penalidades de la existencia, provocadas por la belicosa codicia, la exclusión y la expoliación. La mezquindad que ha regido al mundo ha producido la ruina de la tierra y de las naciones.
A la manera de los héroes culturales, la humanidad atraviesa su propio infierno, intentando reencontrar, como oxígeno a través de su experiencia con la muerte, el sentido de vivir.
Siglos de sangre derramada se han sucedido, ciclos de violentas incursiones y guerras de resistencia de pueblos y naciones, luchas de clases y revoluciones, avances y retrocesos en la cruenta historia de los efímeros.
La poesía recobra para el mundo la identidad humana. Uno es otro. Somos también los otros. Y somos también la Tierra que nos envuelve y acaricia al morir. Nos reconocemos en la infinita riqueza de la pluralidad, en la multiplicidad de las manifestaciones de la existencia. La poética de los pueblos alumbra su trabajo y su destino.
La dolorosa y prolongada guerra en Ucrania, causada por la tensa situación política global que crea constantes escaramuzas de guerra mundial en países y regiones diversos, con un armamento en experimentación continua, que incluye munición de uranio empobrecido, refleja las desavenencias en apariencia irreconciliables entre definidos bloques de poder en el presente. La sombría carta reservada siempre es la de la guerra nuclear, que pondría punto final a la aventura de la vida sobre el planeta. Todos estamos advertidos y amenazados por esta sombría circunstancia.
Quisiera citar al respecto un poema del gran poeta vietnamita Huu Thin:
Yo pregunto a la tierra: ¿Cómo vive la tierra con la tierra? / -Nos honramos una a otra. / Yo pregunto al agua: ¿Cómo vive el agua con el agua? / -Nos llenamos una a otra. / Yo pregunto a la hierba: ¿Cómo vive la hierba con la hierba? / -Con el horizonte nos trenzamos. / Yo pregunto al hombre: ¿Cómo vive el hombre con el hombre? / ¿Cómo vive el hombre con el hombre? / ¿Cómo vive el hombre con el hombre? /
Defender la Tierra es defender la vida. Toda nuestra cultura debe basarse en esta verdad. El signo ascendente de los siglos para superar el riesgo mortal es la cohesión, interrelación y mutua cooperación entre las naciones y entre los seres humanos.
El tiempo para operar el cambio es corto. El poeta desasido del tiempo indaga por los plazos, mira su reloj de arena eterno, sabe que la humanidad sigue excluida de la patria de otros soles. Extraviada y confusa, extenuada de matar y ser muerta, volverá su mirada a los verdes brotes que pululan en el mutilado bosque de la desesperación.
El Espíritu de la Naturaleza, como una nueva conjunción de los humanos, la tierra y los astros, no retornará por sí mismo, hay que buscarlo; la humanidad no volverá en sí por ella misma, hay que ayudarle a recobrarse. No se ha escrito el poema que haga resurgir, desde las cenizas, la rosa. No somos los salvadores del mundo, pero intentaremos una tarea excepcional que está literalmente en nuestras manos.
El hombre es el eslabón perdido de los mitos. Su metamorfosis se ha debilitado. En lugar de nuevos seres alados han aparecido nuevos monstruos sobre la tierra. Quede la sangre luminosa de los mitos y de la poesía para encarnar la perpetua presencia en confluencia, a fin de asegurar el nuevo nacimiento humano. Por la fuerza de la poesía, como pedía Arthur Rimbaud, podemos cambiar la vida.
Debemos reaprender el lenguaje perdido; celebrar la existencia en masiva compañía; aliados a las fuerzas insurgentes de la imaginación, de nuevo encender y resguardar el fuego del alma colectiva, para detener la masacre e iluminar el cielo de la libertad humana, encadenada al peñasco de la necesidad.
Propiciar una revolución poética global para hacer, del sueño y del mundo, una patria para la vida. Deseo, relámpago, territorio de la utopía, vuelo de la sabiduría, rito de vida, muerte y renacer, el poema en ebullición se sumerge en la sangre de la especie para refrescarla y renovarla.
Millones de libros de poesía colman los estantes de bibliotecas y librerías en el mundo. La influencia de la poesía se fortalece, como un lenguaje renovador y rebelde. Las redes sociales proliferan poemas de grandes poetas de todos los tiempos. Los festivales internacionales de poesía florecen en América y en el mundo, presenciales y virtuales, y se multiplican como el libro abierto de quienes no tienen libros de poemas, la escuela de poesía está abierta en las calles, en parques y aulas, donde acuden miles de personas para escuchar las leyendas poéticas de los siglos. Es creciente su presencia en medios de comunicación alternativos. Miles de poetas se han comunicado y entrelazado en proyectos internacionales y globales.
De esta manera en este salón, en esta ciudad, se fundó en julio de 2011 el Movimiento Poético Mundial. Hoy WPM es una vigorosa corriente, que ha desplegado durante doce años más de 5.000 actividades en 160 países, a través de 21 acciones poéticas globales. Hoy WPM tiene presencia y direcciones nacionales en 130 países. A esta hora en cerca de 50 naciones se desarrollan lecturas de poemas y talleres de poesía en homenaje a este Congreso.
A lo largo de doce años, con ausencias y sustituciones, ha operado sin descanso el Comité Coordinador de WPM, compuesto por poetas entrañables del mundo. Durante un año y medio hemos preparado desde Medellín y Caracas este Congreso, a través de prolongados procesos de comunicación individual y colectiva, de la preparación y celebración de congresos y encuentros virtuales en los cinco continentes, trascendiendo fricciones internas y desavenencias que parecían irreconciliables, y buscando sin cesar nuevos acuerdos.
No es fácil construir una visión clara de un camino que debemos compartir. Pero estamos en el mismo mundo, en el mismo día hecho de la luz de todos los días de todos los tiempos, prisioneros de una misma circunstancia universal y a la vez destinados cada día a la vida, a la libertad.
Observando una profunda democracia interna, desplegando un persistente trabajo conjunto, el mutuo respeto en la diversidad de enfoques, y un acuerdo pleno de firmes voluntades sobre un programa común, podemos actuar con lucidez y fortaleza en consecuencia con las decisiones tomadas por el Congreso, por la dirección internacional y por el Comité Operativo de WPM.
Apartarse de decisiones acordadas de manera democrática, invocando la máxima preferida de Bartleby, el entrañable personaje de Herman Melville (“Preferiría no hacerlo”) significa romper el espíritu democrático de unidad. Hay poetas que solo quieren representar a WPM, hablar en nombre de WPM, hacer pública su pertenencia a nuestro Movimiento sin comprometer su energía en nuestra acción sobre el mundo. Pero la misión de WPM va más allá. Debemos construir una alianza de energías poéticas, artísticas y espirituales para ayudar a reconstruir el espíritu humano.
WPM no es un partido político, ni menos una agrupación dogmática que dirige un jefe o un caudillo. Tampoco es un movimiento apolítico y amorfo. La poesía no está separada de la realidad de la sociedad. La áspera historia humana se inmiscuye en nuestras vidas. Nuestro pensamiento colectivo debe llevar a una decisión y a una acción unificadas, mediadas por una dirección compartida. Y actuar en desarrollo de las determinaciones del Congreso.
Las direcciones nacionales no deben actuar como islas, separadas de las direcciones continentales. Las direcciones continentales tampoco deben actuar separadas del conjunto de WPM a escala global. Es preciso trabajar en armonía con la dirección internacional y con el Comité Operativo, designados por el Congreso. Sin dejar de lado nuestro trabajo nacional o regional, debemos trascender el unilateral enfoque nacional o regional y abordar un enfoque global en nuestras reflexiones, nuestras tareas y nuestros objetivos. Somos el mundo. Nuestras relaciones deben ser horizontales. Un solo hombre no sustituye al Movimiento. Pero nuestro propósito debe ser vertical. Las direcciones que elegiremos en este Congreso lo serán solo para contribuir a cumplir y ayudar a materializar las decisiones del Congreso.
Se ha presentado al Congreso un borrador de Plan Estratégico. No es una camisa de fuerza. Es una pauta para nuestras tareas y acciones, que puede ser aplicada en las condiciones específicas de cada país. Puede ser realizado en tres, cuatro o cinco años. El Congreso decidirá su extensión en el tiempo. Depende de la fuerza de WPM. Podemos trabajar con y sin recursos. Y WPM seguramente sabrá hallar nuevas metas y perspectivas. De momento es el proyecto que debatiremos para realizar este y los próximos años, basado en iniciativas de los Congresos virtuales ya celebrados, enriquecidas con aportes individuales de coordinadores de Asia y América Latina.
Las cadenas de poemas son importantes. No necesitamos salir de casa para comunicarnos con otros poetas, enviar y recibir poemas, escribir un poema colectivo o sumar poemas a una gran antología. No obstante, la sola comunicación entre poetas no es suficiente para impactar con fuerza la sociedad humana. Nuestro tiempo es breve. No podemos cambiar el mundo, pero podemos influir en personas que tienen capacidad decisoria para hacerlo, y en los pueblos que cambian la naturaleza de la historia humana.
Debemos fundar direcciones y grupos de WPM en cada país hasta abarcar la Tierra. y crear un movimiento potente alrededor de cada grupo nacional de WPM. Podemos fortalecer las direcciones de WPM en cada continente. La presencia y el trabajo de WPM se expanden en América, Asia, África, Europa y Oceanía. Las acciones simultaneas a escala planetaria han sido y son el instrumento principal de lucha de WPM desde su fundación.
La acción pedagógica de la poesía en la infancia desde las salas cunas, la proliferación de escuelas y talleres de poesía en el planeta, las lecturas de poemas con el masivo acompañamiento del pueblo, la creación de canales de TV y de emisoras de poesía en Internet, el uso sistemático de nuestra red planetaria de páginas de Facebook, y la intervención de WPM en los grandes medios de comunicación son las tareas que debería abordar este Congreso. Nuestro tiempo es breve.
El Movimiento Poético Mundial debe continuar su ruta con unos principios claros:
La lucha acumulativa por la paz mundial y por la defensa de la naturaleza, aliando a WPM a pueblos indígenas, artistas, pensadores, ambientalistas, académicos, periodistas y estadistas.
El compromiso con la defensa de los derechos humanos y la justicia social a través de la poesía, empleando el arte como medio para promover la conciencia y el cambio social.
La defensa de la libertad de pensamiento, de creación y de expresión, sin censura ni limitaciones.
La valoración y promoción de la diversidad cultural y lingüística en la poesía, reconociendo las diferentes tradiciones y expresiones poéticas del mundo.
Fortalecimiento de la solidaridad y del intercambio constante entre los poetas del mundo.
La poesía es una fogata encendida contra la noche inmemorial del horror y una lámpara contra las tinieblas del dogma.
El Movimiento Poético Mundial, que agrupa a miles de poetas y a cientos de organizaciones en todos los continentes, lucha hoy para que el porvenir sea viable para todos los seres humanos, en un mundo pacífico, justo, armonioso y feliz.
Hemos llamado a una Revolución Poética Mundial, a la migración DE LA MUERTE A LA VIDA para llevar el lenguaje creador a los oídos y a las bocas de millones de seres humanos, a sus vidas cotidianas, fortaleciendo la voz de la poesía como expresión del corazón y el pensamiento humanista, de la acción y del abrazo de los pueblos en defensa de la vida y de la Tierra, por una paz mundial justa e irreversible.
La poesía, profunda herencia desde la remota antigüedad, se alía con energía y esperanza al presente y al porvenir de los pueblos de la Tierra, en lucha por un más alto destino.