Proyecto Gulliver, Colombia

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Entrevista al poeta Jairo Guzmán
Por: Oscar Saavedra Villarroel

“Enseñar poesía” es algo que no tiene las mismas características del “enseñar” convencional de las academias. Esto porque el aparato pedagógico, tal y como está planteado, no admite el carácter impredecible, libre y  libertario de la poesía.

O. S . : ¿Qué te llevó a ser poeta?

J.G.: En el origen, una infancia poblada de signos y símbolos cargados de magia, canto, poemas dichos en voz alta por los mayores que me rodeaban, un entusiasmo en el nombrar la vida, los mitos y leyendas con los que crecí. La atmósfera familiar, donde había interés por los libros y donde la evocación, la memoria, el hablar, eran hermosos aspectos que poblaron mi vida de niño, inmersa en una atmósfera mágica y creadora, cargada de un oxígeno misterioso, donde los maravilloso palpitaba por todas partes. Poesía en estado natural. Signos que fueron marcando una vocación. No obstante, no es suficiente para ser poeta, entendido el poeta como aquel que tiene la actitud para percibir, observar y registrar en poemas lo que pasa inadvertido por la gran mayoría. Poeta como aquel que, inmerso en el lenguaje, experimenta la visitación de la poesía, de ese oleaje de imágenes que son versos, que son palabra surgida del rayo imaginativo y escribe esa experiencia como acto religioso y le da cuerpo y vida con la palabra escrita condensada en poema. Entendido así el poeta, lo que me llevó a serlo fue la conjunción de un mundo interior turbulento, introspectivo, con la fascinación y asombro por lo que lograban con la palabra escrita grandes poetas del mundo, de diversas épocas, en conjunción con la palabra escrita que se iba construyendo en mí en forma de poema, en conjunción con el día a día de una vida siempre teniendo a la poesía como faro, como referente, como acto de religarse a la palabra poética y su hechizo.

O.S.: ¿En la decisión de ser poeta, existió alguna relación con la educación formal?

J.G.: Al primer intento por responder, diría que no hubo alguna relación; pero, deteniéndome un poco, tal vez esa “decisión” estaba ligada a una pulsión de contrapoder y la educación formal fue una presión consecutiva que  la norma  ejerció por muchos años y  cuando a los dieciséis años comprendí que estaba inmerso en la piscina de símbolos de la poesía, todavía estaba en ese rol de estudiante.

El profesor de primero de primaria fue para mí el mensajero de las letras y las palabras. Su sutileza y hermoso trato, su amor por las letras y el dibujo se trasladaron a mi arte combinatoria. En el bachillerato, el profesor de filosofía era un poeta con quien tuvimos más confianza en la poesía. En los recintos educativos hemos tenido acceso a bibliotecas y hemos descubierto libros y autores. Hemos gozado la poesía con compañeros de aula cuando fuimos estudiantes. A todas estas y muchas cosas más en algunas bibliotecas se nos ha  ayudado a cualificar nuestro acervo: allí hemos descubierto joyas de la poesía. Pero eso de ser poeta no es algo que se decide racional o programáticamente. Eso de ser poeta en el sentido que te hablaba en la pregunta anterior es algo que te va ocurriendo y de pronto ya todos te asocian a la creación poética y te dicen poeta. Es una responsabilidad bastante cargada de leyendas.

O.S.: ¿Había libros en tu casa?¿Qué significaron para tí?

J.G: Había bellos libros. Novelas, algunos libros de poesía (clásicos Jackson), algunos libros de literatura infantil, publicaciones científicas, libros técnicos, libros escolares y un ambiente enciclopedista en el sentido en que se valoraba mucho las enciclopedias, esos libros donde estaba todo el saber. Significaron una gran compañía desde antes de saber leer. Yo contemplaba los signos y supongo que les daba vida.

O.S.V: ¿Cuándo te encontraste con ellos?

J.G.: Desde que gateaba. Literalmente jugaba con libros que esparcía en el lugar de juego que era alguna recámara de la casa. En una caja cilíndrica y muy alta, permanecían muchos libros. Eran publicaciones arrumadas, archivadas, a las que nadie prestaba atención excepto yo que era feliz sentado en el piso entre libros de toda índole y revistas que yo esparcía.No sabía leer pero recuerdo mi fruición al hojear esas publicaciones, observar sus carátulas y sus ilustraciones. Había desde misales romanos en latín hasta revistas de educación sexual  (“Luz”, se llamaban éstas revistas), pasando por novelas de Agatha Christie, fotonovelas de Corin Tellado y, por supuesto, la deliciosamente  tenebrosa revista “El doctor Mortiz”.

Allí duraba largos momentos contemplando las letras. Fuera de esos libros estaban los de la biblioteca de la casa. Los que muchos tuvieron en sus estantes.

O.S.V: ¿A qué edad? ¿Qué libros fueron los que te marcaron?

J.G.: Primero, un libro de relatos orientales recreados por Georgina Faulkner. Se llamaba “El duraznito” por la historia japonesa de Momotaro. Luego, en tercero de primaria me marcó mucho la manera como mi profesor enriquecía la lectura en voz alta de Cien años de Soledad, él se inspiraba con ese narrar y su memoria se hacía vívida, plena de cuentos que tenían el sabor del habla y un gran substrato de poesía. En la primaria me interesaba más jugar que leer, aunque los libros estaban siempre allí y era algo cotidiano su presencia y la lectura en voz alta. Estaba Quevedo, pero no recuerdo haber visto a Góngora. Se leía a   Rubén Darío y a otros poetas del modernismo. Se hojeaban páginas del Quijote, se leían páginas de la Divina Comedia y otras obras. Estaban algunas obras de Julio Verne. Era normal ver en el estante obras de Vargas Vila. Colección de novelas de Salvat. Mi abuela leía muchas novelas francesas y todo eso me agradaba.  Luego, a mis dieciséis años, ya estaba sumergido en la poesía y mi espíritu era la avidez de lectura y vida. Tuve acceso a la lectura de muchos poetas vanguardistas. Me interesaron, y me siguen interesando mucho, los poetas latinoamericanos.  Ciertos signos esenciales de la infancia dejaron huella en mi imaginario y sentido mágico de la vida. Tenía una  profunda vocación por la lectura de importantes poetas contemporáneos y de los grandes poetas de la historia de la cultura y la civilización. La lectura de obras poéticas y de ensayos escritos por poetas como, entre otros,  Octavio Paz, Jorge Luis Borges y José Lezama Lima, relativos a poesía, poeta y poema, imantaron de manera decisiva una atmósfera personal, condensada por la poesía y todo su campo de irradiación. Mi vida se pobló de muchas lecturas apasionadas de obras de  autores que me reafirmaron en la poesía, aún sabiendo los grandes riesgos que se corren en una sociedad que ha deformado la imagen del poeta, la poesía y el poema hasta el punto de relegar su importancia a un nivel secundario, lo que es completamente falso ya que la poesía es la médula radiante del ser humano.

La década de los ochentas fue de bastante intensidad con la lectura, la escritura y la vida en el mundo. En esa década se reafirma la importancia del legado de los grandes poetas fundacionales de la expresión americana lo que ha permitido un recorrido por las obras esenciales de una constelación de poetas latinoamericanos que son los prestatarios de la luminosa y numinosa renovación poética en español.  Ya en la década de los noventa se consolida con mucha fuerza la permanencia en esa zona fulgurante de la poesía como eje de la existencia diaria, como experiencia determinante de la vida personal y colectiva. Al inicio de esa década fundamos varios poetas reunidos en torno a la revista de poesía Prometeo, con la dirección del poeta Fernando Rendón, el Festival Internacional de Poesía de Medellín como una forma de resistencia civil mediante poesía y el arte ante las afrentas y terror impuesto por muchas fuerzas en conflicto.

Todo el anterior devenir ha ido conduciendo nuestros pasos por el camino de las acciones poéticas ligadas a la necesidad de cambio cultural y social.

O.S.: Tienes experiencia en la enseñanza de la poesía ¿Hace cuánto enseñas poesía?

J.G.: Considero que se transmite es un ánimo, un estar atento a lo que la palabra poética nos tiene reservado. También se comparte el conocimiento o la experiencia de lector que se ha sumergido en las aguas cambiantes de los poemas de autores que considero excelentes y que, por lo general, algunas personas interesadas en la poesía desconocen. Se transmite  el afecto por la palabra poética. Se comparte esa experiencia. El “aprendizaje” de la poesía lo podríamos entender como la actitud autónoma de quien, estando sumergido en la revelación poética, encuentra que su cuerpo y mente están impregnados de símbolos que esa experiencia le otorga y lo conduce a empaparse del habla poética de los otros, encuentra sus afinidades electivas en otras personas que también pasan por algo similar,busca, escucha, lee, observa, está atento a los signos de la revelación. Así que  “enseñar poesía” es algo que no tiene las mismas características del “enseñar” convencional de las academias. Esto porque el aparato pedagógico, tal y como está planteado, no admite el carácter impredecible, libre y  libertario de la poesía. La razón que mueve a las academias está al cruce del  legado positivista, de la razón instrumental y de la manipulación ideológica. La sensibilidad poética es una adquisición con el esfuerzo de un espíritu atravesado por la irradiación de lo inesperado, de lo no calculado, por la fuerza concurrente de la poesía que es creación pura, surgida de un lugar ignoto del ser.

O.S.: ¿Cómo ha sido este proceso? Háblanos de momentos que te han impactado.

J.G.: A mediados de la década de los ochentas, ya me encontré compartiendo mis inquietudes y mi experiencia poética particular, con otras personas, en lo que se podría llamar talleres que eran más un compartir mi emoción y entusiasmo por obras de poetas esenciales. Era compartir un habla, dotada de referentes maravillosos y reveladores. Era compartir el asombro por la belleza e impacto de frases, versos, párrafos de otros autores cargados de lo maravilloso, de lo fuera de lo común. También se realizaban prácticas escriturales cuya esencia, más que escribir poesía, era romper los tabiques racionales que impedían el fluido libre de la poesía. Luego, en la década de los noventa, se dieron las condiciones para el desarrollo de talleres que convocaba el Festival Internacional de Poesía de Medellín y que  realizamos dirigidos a niños y jóvenes habitantes en las comunas más afectadas por los conflictos. Cada visita a las zonas de intervención con nuestros talleres, nos revelaba sucesos sorprendentes. Fue una experiencia que consolidó mi amor por el compartir, con personas en situaciones de supervivencia muy difíciles, el conocimiento y experiencia adquiridos. Hacíamos los talleres en zonas que estaban bajo vigilancia y control  de actores armados ilegales, que ejercían su poder apoyados en otros poderes ocultos de mucho peso económico. Se sentía la tensión en los barrios. Lo que más me impactó fue la voluntad de los niños y jóvenes para congregarse en torno a la creación poética, con los talleres que realizábamos; allí aprendí la capacidad unitiva y protectora de la poesía. Me impactó que esos actores armados respetaban las intervenciones y que las familias de los niños y jóvenes beneficiados, nos acogieran con tanta dulzura y agradecimiento. De ahí surgieron muchos jóvenes con un devenir de personas fieles al legado poético.

O.S.: Medellín fue una ciudad azotada por la violencia. Violencia que al parecer se ha ido extinguiendo. Cuéntame tu historia al respecto. La historia de la ciudad según tu punto de vista.

J.G.: Medellín alcanzó un punto álgido de violencia en la década de los 90, debido al choque de diversos actores armados: narcotráfico, milicias, paramilitares, delincuencia común organizada en grupos demasiado temibles, políticos involucrados en crímenes atroces. El narcotráfico generó el fenómeno del sicariato a gran escala, lo que degradó a muchos jóvenes de las comunas más vulneradas y los sometió a una experiencia inscrita en el reino de la matanza. Ellos morían muy jóvenes. También se dio el retorno de los escuadrones de la muerte y muchos adolescentes cayeron sin estar involucrados; los mataban por ser jóvenes y las huestes de la matanza tenían un estereotipo negativo de los jóvenes.  La morgue se saturaba de sus cadáveres, sobre todo los fines de semana. La población estaba aterrada. En un poema muy directo, que escribí en 1990,  expreso:

Senadores y sicarios/Arrastran cuerpos desmembrados/Anuncian el comienzo del día//Epilépticos de miedo//Niños/Tarjados rostros //Habitantes del matadero//Gestos/Manos/Fingen caricias /Han decretado/Que todos llevemos/Cara de lápida//Hienas hunden sus dedos/En la boca de los acontecimientos//Desayunando cadáveres/Han hecho del día un lupanar de funerarias//Habitantes de esta cámara de trepanaciones/Habitantes de este vertedero de muertos/Que llaman/El país//Aferrados a un mástil de hielo/En la bahía de muñones/Donde matones/Se sacian hasta la náusea

O.S.: Me gustaría saber tu opinión en cuanto a los acontecimientos políticos de tu país.

J.G.: Nuestra historia, es la historia del fratricidio en Colombia. Hemos estado sometidos a 45 guerras civiles desde hace algo más de doscientos años. El referente icónico, más cercano de las formas de la violencia política actual, tiene que ver con la lucha insurgente, surgida hace sesenta años, resultado de la matanza, a nivel nacional, desplegada por la oligarquía nacional, cuyo suceso histórico desencadenante fue el asesinato, en 1948, de Jorge Eliecer Gaitán, un líder que caló hondo en el pueblo; asesinado por la gran amenaza en que se convirtió para esas castas privilegiadas ante el gran poder popular que había logrado con su lucidez y valentía para desenmascarar a la lumpen burguesía de la época.

Las décadas de los ochentas y de los noventas fueron segmentos en la línea sangrienta del tiempo histórico colombiano. Violencias políticas y caos social. Continuamos con problemas similares, pero ahora hay un panorama donde se ventilan acuerdos de paz entre el actual gobierno y las fuerzas insurgentes. Esto abrirá un panorama político nuevo y una perspectiva promisoria para el campo y las ciudades, con una esperanzadora invocación de mejores condiciones de vida para un gran sector de la población que sobrevive con excesivas dificultades y delicados problemas psicosociales.

O.S.: El Festival internacional de poesía de Medellín es extraordinario. Es impactante ver a gran cantidad de gente disfrutando la poesía, respetando e idolatrando la escritura. ¿Cómo fue el proceso? ¿Qué logros han tenido?¿Momentos mágicos en su historia?

J.G.: En  1991 la población ya no soporta tanto miedo, tanta matanza, tanta bomba explotando en sectores urbanos. En este clima de convulsión social, se logra realizar el 28 de abril, de ese mismo año, Un día con la poesía; acontecimiento fundacional del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Fue un día espléndido, soleado, con una sensación térmica de calidez y frescura; desde antes de las nueve de la mañana se observaban muchos grupos de personas movilizándose plácidamente hacia el pueblito paisa, situado en el Cerro Nutibara, uno de los cerros emblemáticos de la ciudad. Esta celebración tuvo un alto nivel de concentración de personas verdaderamente ávidas de un nuevo aire, de una nueva atmósfera en la cual se pudiera respirar mejor. Se hizo posible hacer un verdadero continente, un bloque de resistencia con la poesía como lenguaje unitivo; la poesía como purificación, como elemento de cohesión y solidaridad.

Se gestó una auténtica práctica de coexistencia. Se experimentó algo nuevo bajo el sol de Medellín: una convocatoria a congregarse en torno a la palabra poética y se logró alcanzar un nivel espiritual elevado, digno de una conjunción a partir de la poesía,  como una liturgia donde se celebra la vida.

El sólo acto de salir de sus casas, un domingo, atendiendo el llamado de la poesía, situó al público en un lugar de mucho respeto y dignidad. Por ese gesto la ciudad le abrió  una nueva ruta al espíritu. Esta convocatoria fue algo entrañable para todos los habitantes de Medellín. Fue una operación de intercambio simbólico, mediante el canto, mediante la palabra creadora, revelando un sentido muy profundo de belleza y sublimación de la vida.

Así, la poesía logró ser un referente vital por fuera de los dominios librescos y adquirió en la comunidad  un poder de transformación, actuando de manera inmediata entre un público que ha dado  lo mejor de sí mismo para que la acción curativa de la poesía sea posible.

Sin la acogida y la voluntad espiritual de los asistentes, de los congregados, el evento hubiera sido un acto más en la mecánica  social. Pero había un ánimo general propicio para darle permanencia a esta experiencia. Por primera vez en la historia colombiana, una revista de poesía (la revista de poesía Prometeo, convocante del Festival) va a actuar socialmente, proponiendo la restitución de la dignidad vulnerada y la liberación del espíritu oprimido por  la violencia y el terror.

El Festival internacional de Poesía de Medellín, se ha transformado en símbolo universal de un nuevo mensaje y experiencia  colectiva hacia la dignidad y la resistencia, desde el canto y la celebración, ante las adversidades de nuestra historia fratricida. A mitad de la segunda década del siglo veintiuno, después de veinticinco versiones  plenas de poesía, abiertas a la vida y al ascenso del  espíritu, está latente esta convocatoria que ha propiciado muchos beneficios al alma colectiva de la ciudad. Lo que surgió como acto simbólico de congregación y conjuro, permanece como reafirmación y consolidación de un campo de crecimiento  cognitivo, sensorial, espiritual, cultural  y unitivo. La acción poética del Festival ha incidido de diversas maneras, tanto a nivel local como nacional e internacional, en diversos aspectos.

Está al cruce de los caminos del arte, la poesía, los mitos, lo sagrado, la memoria y lo cotidiano. El ser humano y sus abismos pero también su esplendor, su  sueño. El poema como un ritual al que se accede para establecer las auténticas conjunciones del espíritu.

Con el Festival se ha depurado la capacidad de escucha de una población sometida al caos de la incomunicabilidad. En esta celebración de la vida y la existencia, miles de personas elevan su espíritu, a la altura de un gran silencio, al escuchar poesía esencial y que cala hondo en su sensibilidad y entendimiento.

Otro aspecto fundamental de la incidencia social del Festival es la constitución y cualificación de públicos. Se verifica en que, como colectividad, sus habitantes han adquirido una noción actualizada y renovada de la expresión poética contemporánea; asunto que la sitúa en un plano privilegiado.

Desde el punto de vista de incidencia en la población, se observa que un gran porcentaje de los beneficiados han sido los jóvenes. A partir de esa concurrencia masiva de un gran porcentaje de la juventud, se han gestado nuevos valores de la joven poesía, para quienes el conocimiento, de primera mano y de fuente directa, de tantos autores de gran calidad, ha incidido de manera constructiva en su particular universo poético.

Podemos afirmar que una generación de poetas nacidos en la ciudad de Medellín, en la década del ochenta y principios de la década del noventa, se han beneficiado y estructurado con el oxígeno renovador de la poesía contemporánea mundial, presentada por los poetas de cinco continentes en los diversos recitales que se realizan en los escenarios y auditorios de la ciudad.

Esta interacción de los grandes poetas a nivel mundial con los noveles poetas locales, ha generado un campo magnético de transmisión de conocimientos que se ve reflejado tanto en las obras de los jóvenes poetas como en su trabajo de multiplicadores de ese conocimiento a través de los talleres que ellos realizan en diversos centros culturales de la ciudad. Así se van tejiendo un conjunto de actividades, obras y celebraciones que le dan un sentido orgánico y renovador a la vida cultural y espiritual de la ciudad. 

La ciudad entra en una dinámica de aprendizaje, auto-descubriendo su potencial creativo, que libera a través de la palabra elevada a los niveles del canto, de la expresión verbal que dignifica y abre caminos de luz a la conciencia.

Medellín se ha convertido en un crisol donde se combinan todas las formas expresivas y de esa alquimia verbal se gesta una poesía rejuvenecida, actualizada y vital. Todas estas virtudes favorecen tanto a las nuevas generaciones como al imaginario colectivo.

En realidad es un beneficio de doble vía porque los poetas también reciben un efecto transformador de su actitud: es como si recuperaran la esperanza en algo que creían inmerso en la aridez y el mutismo.

O.S.: Háblame de la Escuela Internacional de Poesía.

J.G.: Después de cinco festivales, se dieron las condiciones para dotar al evento de una actividad que elevara el nivel cognitivo y que dotara a la población de nuevos elementos que permitieran ampliar el horizonte de las percepciones poéticas y a la vez extender los lazos de conexión con las diversas experiencias poéticas a nivel mundial. Entonces se crea la Escuela Internacional de Poesía de Medellín, la cual comenzó a funcionar desde el VI Festival Internacional de Poesía de Medellín, en 1996 en colaboración con la Escuela de Poesía de Viena, dirigida por el poeta austríaco Ide Hintze.

Se han realizado, desde su fundación, hasta el presente año de 2015, 19 versiones, en las que se han ofrecido 96 cursos, 98 talleres 94 conferencias y 72 conversatorios, todos de carácter gratuito y de los que se han beneficiado alrededor de 13000 personas. Todos los cursos son planeados, diseñados y desarrollados por destacados poetas del mundo invitados al Festival.

Desde su fundación en 1996, la Escuela de Poesía de Medellín se ha consolidado como un organismo transmisor de conocimientos, asociados a la experiencia poética y sus diversas manifestaciones. Sus actividades han posibilitado a sus asistentes visualizar muchas perspectivas y ámbitos de exploración. Dado que los cursos son concebidos, diseñados y realizados por poetas invitados al Festival, se ha logrado situar en una órbita de actualización y de renovación los conocimientos asociados a la expresión poética de nuestro tiempo. También se ha renovado la visión de la poesía del pasado. Es bastante amplia la zona de experiencias convergentes en torno a la poesía. En ese contexto tan enriquecido se desarrollan varios cursos que de verdad se erigen como auténticos aportes a la formación poética e intelectual de sus asistentes. Nuevos autores, nuevas experiencias, nuevas concepciones alrededor de la poesía y sus laberintos. Es inabarcable el universo de la poesía. Se intuye su vastedad. Su campo de imantación permite el acceso a un conocimiento gozoso, ligado al alma humana, dador de claves que permiten integrarse  a un devenir de revelaciones, de desciframientos que ayudan a abrir las puertas de lo inesperado y hacer que broten nuevas posibilidades expresivas.

Reinterpretar la tradición poética es algo muy necesario en un medio que tiende a instituir cierta rigidez en las concepciones y formas expresivas de la poesía. Esta reinterpretación sólo es posible cuando nos situamos en un lugar expuesto a todos los vientos de la creación y del arte. El carácter internacional se centra en la participación de poetas representativos de países de diversas latitudes a nivel mundial. Esto le ha dado una impronta universal y orgánica al acceso a los diversos conocimientos que transitan durante los días de su realización. Esa afluencia de conocimientos y de voluntades para su asimilación,crean una atmósfera propicia para hacerle justicia al esfuerzo que  implica  la construcción de éste ámbito abierto a la poesía y sus diversas maneras de pensarla y crearla.

Cada año, durante la realización del Festival Internacional de Poesía de Medellín, la Escuela Internacional de Poesía en Medellín abre gratuitamente sus puertas a un amplio público que asiste a las diferentes actividades programadas.

O.S.: El Proyecto Gulliver de escritura creativa y habilidades sociales dirigido a niños de 9 a 12 años, habitantes en zonas de alto riesgo social, dirigido por ti, es pionero y de suma importancia en la educación poética. Cuéntame:

¿Cómo lo hacen?

J.G.: Se realiza con el ánimo de contribuir en los procesos formativos, encaminados a mejorar la expresión escrita y oral en  niños de 9 a 12 años, matriculados en las instituciones educativas de las comunas y corregimientos del municipio de Medellín, mediante el desarrollo de talleres de creación poética y artística, potenciando el pensamiento creativo, en beneficio del desarrollo de sus habilidades para la vida, desarrollando una pedagogía del afecto, incluyente, potenciadora del uso creativo del lenguaje y por lo tanto del desarrollo de las habilidades comunicativas que son la base de la pluralidad y la coexistencia.

Estos procesos se realizan en el aula de lengua castellana y son muy bien acogidos por los niños. Los docentes, coordinadores y rectores han agradecido mucho esta intervención porque se ve la rápida asimilación, en los niños, de lo que se les transmite como el desarrollo de sus habilidades creativas con la escritura.

Estos buenos resultados se deben a que los formadores talleristas ( poetas y artistas) desarrollan una pedagogía fundamentada en la poesía y el arte, en el afecto y la inclusión, con didácticas muy eficaces, amenas, basadas en el desarrollo del uso creativo del lenguaje.

A nivel metodológico, se parte de que el pensamiento creativo es una habilidad para la vida que al potenciarse y cultivarse mediante las sesiones de escritura y lectura creativa (a cargo de los formadores-creadores en estos aspectos y con el apoyo de los artistas plástico, de música, de teatro) se generan progresos  para la cualificación del niño en las expresiones oral, escrita, gestual, no verbal, signográfica y simbólica. Avanzar en esos aspectos, con los adecuados ambientes colaborativos, permite en los niños un mejor desarrollo de las habilidades para la vida tales como: Autoconocimiento, empatía, comunicación asertiva, relaciones interpersonales  e inteligencia emocional y sentimental.

El pensamiento creativo, materializado, en el caso específico del proyecto Gulliver, en la realización de técnicas de escritura creativa,es el combustible que irriga todos los aspectos del proceso; es la habilidad que está presente, marcando el ritmo del trabajo en los ambientes colaborativos que se generen. El pensamiento creativo adquiere su dinámica mediante la intervención de poetas y artistas formadores, especializados en el área de la creación poética.

Cada proceso se realiza en dos etapas. Cada etapa corresponde al respectivo semestre académico. También intervienen artistas del teatro, artes plásticas y música. Cada uno, desde su arte, realiza una sesión en cada grupo, en cada etapa. En cada grupo se realiza un total de 40 sesiones de taller: 20 en la primera etapa y 20 en la segunda. Cada sesión dura 2 horas. Entre los resultados, se publica un libro con una antología de obras creadas por los niños en los procesos de Gulliver.

O.S.:¿Intervienen colegios?

J.G.: El proyecto Gulliver ha desarrollado sus procesos de un año, en  85 Instituciones Educativas de Medellín y se han beneficiado 2600 niños, con las intervenciones de 2006, 2008, 2011,2012,2013,  2014 y 2015.

En la web del Festival internacional de Poesía se accede a información sobre Gulliver mediante el siguiente link: 

https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Escuela/Proyecto_Gulliver

O.S.: ¿Qué ha significado en la vida de la ciudad?

J.G.: Toda acción en beneficio del desarrollo humano de la infancia vulnerada es muy significativa, sobre todo en este momento en que es urgente desplegar intervenciones que contribuyan en la transformación de referentes simbólicos de los niños bastante afectados por la violencia multidimensional.

O.S.: ¿Y en tu vida?

J.G.: Ha significado un profundo amor y respeto a la palabra poética de los niños. Ha significado auto descubrirme a partir de los poemas y relatos que ellos escriben, generados en los talleres del proyecto a cargo de excelentes formadores.  Ha sido un aprendizaje significativo que me ha permitido experimentar cómo la expresión poética alcanza a tocar una fibra sagrada y enriquecerla, en el alma de los niños y los adultos. 

O.S.: ¿Conoces a niños escritores que hayan publicado sus libros? O algo parecido

J.G.: No he conocido niño, en nuestro medio, con esas características. Algo parecido, son los libros que se publican con los poemas de los niños del Proyecto Gulliver.

Con los siguientes links se accede a los dos últimos libros correspondientes a los talleres de  2013 y 2014. El libro correspondiente a 2015 saldrá en 2016.

http://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Escuela/Proyecto_Gulliver/2013/Gulliver2013.pdf

O.S.:¿Qué poemas usas en tus cursos, cuáles “no fallan” a la hora de captar la atención de los niños?

J.G.: Hay un libro que se edita con lecturas selectas y ejercicios de escritura a desarrollar allí mismo. Es una especie de manual con un compendio de hermosas lecturas de poemas, leyendas, cuentos, mitos. Estas lecturas están seleccionadas de manera tal que toquen temas que se tratan en los talleres como: el origen del mundo, la magia, los sueños y las estrellas, los animales fantásticos, la naturaleza, cuentos orientales, relatos medievales, los viajes, la infancia, el colegio, la libertad, el humor, la poesía visual, entre otros.

A un niño le impactan los poemas que no han sido deliberadamente escritos para niños y que son bien introducidos en su panorama de referencias. Es decir, bien seleccionados con un lenguaje sencillo y que destilen humor, asombro y gozo. Por eso los formadores son esenciales en el momento de transmitir su fascinación por el poema leído y presentado por escrito. 

Al libro-manual libro se accede mediante el siguiente vínculo:

Hay un blog muy bueno que combina manualidades con escritura creativa. Se llama “Lapicero mágico”.

O.S.:¿Cómo podríamos hacer que esté más presente la poesía en el sistema escolar en Latinoamérica?

J.G.: Si la poesía se vuelve una obligación, como una materia cualquiera, tal vez no funcione. Lo mejor es que los poetas y artistas intervengan y que sea otra la actitud, aunque se trabaje en los centros educativos. Es muy importante que los docentes se cualifiquen con muchas estrategias pedagógicas y didácticas recurriendo a un enfoque más amable desde la escritura creativa, permitiendo que el niño vaya construyendo el idioma desde su propia experiencia con la letra y su escritura.

O.S.:¿Cuál es tu visión de la poesía en Latinoamérica? ¿Su estado de salud?

J.G.: Se sabe que el primer boom fue el de la poesía latinoamericana, después vino el de los narradores. América Latina ha gestado una poesía fundacional muy poderosa que actualmente sigue en marcha. Latinoamérica es un crisol reverberante de poesía: la ebullición de la vida, la gesta latinoamericana y la permeabilidad cultural le dan mucha fuerza a su expresión poética.

O.S.:¿Cuál es el rol que crees debe cumplir la poesía a nivel de sociedad?

J.G.: Cuidar lo más sagrado de la comunidad: su habla. El poeta como ecólogo de los ecosistemas simbólicos, será capaz de limpiar la palabra de tanto tóxico. Esto es un papel fundamental en la vida de una comunidad. Si intervine con su conocimiento, su palabra y su voluntad de creación, el poeta hace que la poesía cumpla un papel esencial. Se trata de que el poeta logre en los otros que vuelvan a recordar la poesía radiante que gesta su existencia, como urdimbre social. Crecimiento humano, espiritual y cultural, de la tribu.

Jairo Guzmán, poeta colombiano, uno de los organizadores del Festival de Medellín, director de las Escuelas de la poesía y  del proyecto Gulliver -intervención sistemática de talleres poéticos en la educación formal de Medellín, Colombia-, se inició en la poesía desde niño, asumiendo que su entorno familiar, los grandes autores y algunos profesores que encontró en el camino, fueron un espacio humano o un acicate creativo, detonando en él, el compromiso con el otro u otra, la movilidad de la palabra, la ternura que tanto nos falta en el día de hoy, todo reunido en acciones poética que prosigue desde una visión ética y estilo de vida en continua comunión con el lenguaje,” como acto de religarse a la palabra poética y su hechizo”, nos dice

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Él cree profundamente “en las acciones poéticas ligadas a la necesidad de cambio cultural y social” desde ese lugar nace el Festival de Medellín, el más importante del mundo, que nos entrega un gran ejemplo de organización, intervención educativa y social.

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Jairo enseña poesía desde épocas en que Medellín era una ciudad rodeada de peligro y violencia, asumiendo un amor por la palabra y su caminar, “Cada visita a las zonas de intervención con nuestros talleres, nos revelaba sucesos sorprendentes. Fue una experiencia que consolidó mi amor por el compartir, con personas en situaciones de supervivencia muy difíciles, el conocimiento y experiencia adquiridos. Hacíamos los talleres en zonas que estaban bajo vigilancia y control  de actores armados ilegales, que ejercían su poder apoyados en otros poderes ocultos de mucho peso económico”. Entonces la lucha partió desde la palabra, la paz que años más tarde se ha ido consolidad en su ciudad, caminando de la mano con la poesía y su gran festival. El poeta entonces, nos sumerge en toda esa experiencia. Experiencia rodeada de referentes, acciones reales, sucesos emotivos a seguir.

La poesía como purificación, como elemento de cohesión y solidaridad”, nos dice.

Jairo Guzmán. Medellín, 1961. Graduado en Matemáticas de la Universidad  Nacional de Colombia (sede Medellín). Ha publicado el libro de poemas Coro de ahorcados (1995) y el opúsculo Todo paisaje es la elegancia del ojo (1997). Co-fundador del Festival Internacional de Poesía de Medellín. En 1995 visitó la República popular China, invitado por la sociedad de escritores de ese país para realizar lecturas de poemas e intercambio con poetas de esa región. También ha participado en otros encuentros, a nivel internacional, como la Feria Interamericana del Libro en Curitiba, Brasil, 1997, El encuentro de artistas por la paz (Helsinki, Finlandia, 2001), el Festival Eskéletra de Poesía (Quito, Ecuador, 2000). Sus poemas han sido publicados en diversas revistas, tanto locales como internacionales. También ha publicado en diversas páginas web del mundo. Actualmente edita el  blog de poesía Meridiano 75.  Los poemas aquí publicados aparecen en el blog , con su poesía inédita, El ombligo del pez.

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